Se presentan obras de los directores Mónica Savirón, Simon Liu, Madi Piller, Tomonari Nishikawa, Nazli Dinçe y Laida Lertxundi.
Duración: | 2 horas |
Broken Tongue, de Mónica Savirón, 2013. Estados Unidos. 3’ DCP (Fuera de competición)
Performance cinematográfica tan potente como hipnótica. La poeta Tracie Morris repite una misma frase infinidad de veces hasta desmoronarla y revolver así cualquier sentido posible. Aunque parezca imposible, un lenguaje quebrado puede traslucir el silencio de todo un pueblo en apenas tres minutos. Fernando Vílchez
Answer Print, de Mónica Savirón. Estados Unidos, 2016. 5’. DCP
Cuando un cineasta alcanza la versión final de su obra, el laboratorio le ofrece una primera copia en celuloide. Ese es el Answer Print. Una primera prueba. Un borrador. Una copia efímera, como esta misma película, construida con fugaces segmentos de películas y TV de los setentas. La fragmentada composición propone una elegía muy contundente sobre lo efímero. El mundo se derrumba pero aún queda belleza, la de la propia desintegración química. La clave es una sola: en Savirón, la precisión es poesía. Fernando Vílchez
Highview, de Simon Liu. Estados Unidos/Hong Kong/Reino Unido, 2016. 20’. DCP
Rollos de celuloide defectuoso se convierten en manos del talentoso Simon Liu en un pozo de memorias infinitas y armónicas. Aquí, un lugar es todos los lugares. Nuestras memorias han quedado plasmadas en los fotogramas pero, al final, el soplo de vida está al arrancar el proyector. O, en este caso, cuatro proyectores a la vez. Fernando Vílchez
Untitled, 1925, de Madi Piller. Perú/Estados Unidos, 2016. 9’ DCP
Regreso de la cineasta peruana Madi Piller a los lugares que pisó su abuelo, uno de esos viajeros occidentales que buscaban cambiar de vida en un entorno diferente, en este caso el interior de Perú. Esa indagación en las huellas de su antepasado le lleva a una representación visual cercana a los orígenes del cine, al estilo etnográfico de algunos documentalistas audaces. Piller compone una poética que parte de la leyenda para terminar en la rugosidad del territorio. Un ejercicio de memoria sutil y emocionante, además de una propuesta formal tremendamente evocadora. Javier H. Estrada
Ten Mornings Ten Evenings and One Horizon, de Tomonari Nishikawa. Japón, 2016. 10’. 16 mm
Durante diez amaneceres y diez atardeceres, Nishikawa filmó los puentes que unen las dos orillas del río japonés Yahagi River. Empleando máscaras y distintas rondas de exposición, el cineasta consigue que en cada fotograma experimentemos un degradado temporal, como si también el celuloide pudiera despertarse y acostarse cada día. Andrea Morán Ferrés
Shape of a Surface, de Nazli Dinçel. Turquía, 2017. 9’. 16 mm
Nazlı Dinçel crea, con su proverbial sencillez, una experiencia integradora en la que pasado y presente, piel y piedra, campo y fuera de campo, conviven con la misma naturalidad que los rastros superpuestos de diferentes religiones (pagana, cristiana y musulmana) en las ruinas de un antiguo templo. Gabriel Doménech
025 Sunset Red, de Laida Lertxundi. Estados Unidos/España, 2016. 14’. 16 mm
Rojo: el color de un crepúsculo (o de un filtro óptico), el de la bandera comunista que enarboló el padre de Laida Lertxundi (el fervor de la utopía), el de la sangre (el peso de la herencia); pero también la tonalidad que remite al revelado fotográfico, cuando la imagen latente se vuelve tangible. Gabriel Doménech
Después de la proyección habrá un coloquio con los directores