Sesión "Encerrados con un solo juguete: la inmadurez según Ferreri"

Llegará el día en que los cinéfilos del porvenir reivindicarán al italiano Marco Ferreri como el auténtico visionario que fue: un autor que, a lo largo de una filmografía de espíritu casi programático, detectó algunas de las señas de identidad de nuestro presente, desde el crepúsculo del patriarcado hasta la posibilidad de una utopía bajo el signo de lo femenino, pasando por la naturaleza autodestructiva del impulso consumista o la construcción sintética de prótesis emocionales. En este programa doble, Ferreri muestra el lado luminoso de la inmadurez como resistencia en Chiedo Asilo, película libre cuya estructura iban definiendo las improvisaciones de los niños que poblaban ese parvulario libertario presidido por un irreverente Roberto Benigni: juegos pre-escolares, embarazos masculinos, consignas políticas de infancia y un climático regreso uterino en una película que es pura celebración de la inocencia como fuerza desestabilizadora. En Dillinger ha muerto, Michel Piccoli ritualiza una ceremonia de las sombras de Nunca Jamás jugando con un revólver alrededor de su amante dormida: una pesadilla solipsista en el interior de un paraíso plástico de alto diseño.

• PROGRAMA 1 - Mi16.Mayo, 18.00 h, y Ma22.Mayo, 20.00 h
  Chiedo Asilo, de Marco Ferreri. Italia, 1979. 105 min. VOSE
  Roberto ha conseguido un nuevo trabajo como profesor en una guardería en la que utiliza métodos pedagógicos tan enloquecidos como poco habituales. Al mismo tiempo, empieza una relación con la madre de una de sus alumnas, Isabella, a la que deja embarazada, y ésta se ve forzada a huir con su familia a Cerdeña. Mientras, Roberto tendrá que convencer a la policía de que su pasado teñido de actividades radicales ha quedado atrás.
• PROGRAMA 2 - Mi16.Mayo, 20.00 h, y Ma22.Mayo, 18.00 h
  Dillinger ha muerto, de Marco Ferreri. Italia, 1969. 90 min. VOSE
  Cuando Glauco regresa del trabajo, encuentra a su mujer enferma. Mientras prepara la cena, descubre un revólver que pudo haber pertenecido al famoso ladrón de bancos Dillinger. A partir de ese momento, fantasía y realidad se confunden de un modo dramático