La ciudad de Madrid ha tenido desde la antigüedad gran querencia por la creación de huertos. Las primeras reseñas históricas se remontan al siglo XIV. Pero es en los últimos años con la llegada del nuevo siglo y la detección de nuevos problemas que apesadumbran al ciudadano actual -desarraigo, alejamiento de la naturaleza, nublados horizontes de futuro- cuando los huertos urbanos comunitarios se han convertido en una nueva forma de vivir las ciudades.
Lo tradicional era que el hortelano clásico que nos describe Virgilio cogiese temprano su azada y fuera al campo a visitar sus cultivos hortícolas. En estos momentos este mismo huertano coge el autobús y lleva en su mochila la azadilla virgiliana mientras se dirige a algún solar o descampado invadido de hierbas y-o de escombros para llevar a cabo el ritual del cultivo de verduras.
Después de seis años de Jornadas de Huerta y Ciudad, las experiencias se multiplican y el boca a boca está convirtiendo la horticultura urbana en algo familiar para muchos ciudadanos que quieren vivir su particular y prosaica utopía. Diferentes generaciones crean sinergias, asociándose como las hortalizas, y sobre todo gente muy joven está cogiendo las riendas del desarrollo de esta placentera actividad.