Uno de los mayores atractivos de Can Limbo, la última película de Marín Baus, radica en la capacidad para enhebrar de modo orgánico el coro de voces, recuerdos y noticias que, a la manera de palimpsesto audiovisual, configuran su –una– trama.
Duración: | 1 hora 30 minutos |
Can Limbo, de Martín Baus. España/Chile, 2018. 76'.
El tempo –la música, desde Bach hasta la célebre versión de El cant dels ocells en arreglo e interpretación de Pau Casals, sin desdoro de los ensayos y conciertos caseros protagonizados por el propio Baus y sus familiares, permea todo el filme es la directriz del desenvolvimiento estructural y se desarrolla con la cadencia de una correspondencia entre seres queridos pero distantes. Su grieta, además de Chile y Cataluña, también escinde lo pretérito y el presente, en un vaivén poético –con resonancias políticas que se articula, fundamentalmente, a través de la voz. Una voz que recita, relata y evoca: otras vidas, otros tiempos, otras formas de encarar la experiencia y los vínculos entre todo ello. Incluso otras películas, como La celosía (1972), de Isidoro Valcárcel Medina.