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Cocteau, 50 años de su muerte

15 oct - 16 oct 2013
Cocteau, 50 años de su muerte
Con motivo del cincuenta aniversario de la muerte de Jean Cocteau, abordaremos la proteica personalidad del creador a través de distintos especialistas en su figura y su obra, mediante conferencias, mesas redondas y la proyección de dos de sus películas más representativas.

Adentrarse en la personalidad y en la producción artística de Jean Cocteau (Maisons Lafitte, 1889–Milly-la-Forêt, 1963) significa vivir dentro de un sueño que, de pronto, se convierte en realidad. Él mismo se definió: “soy la mentira que dice siempre la verdad”. El trabajo fue el verdadero opio de Jean Cocteau, y su secreto artístico, pesado y grave, continúa dormitando en una recámara de difícil acceso.
Injustamente acusado de diletante, detrás del cínico poseur se percibe el semblante sufriente de un poeta trágico cuyo arte poliédrico está conectado con la misma esencia. Este año 2013 se cumple el cincuenta aniversario de la muerte del Príncipe de los Poetas, valga su onomástica para presentar relevantes e inéditas, ediciones en español, como Le Potomak o Le cordon ombilical, dos exquisitas obras en prosa, de inclasificable definición, que han sido traducidas y publicadas en España y que paradójicamente abren y cierran el recorrido literario del autor de Los chicos terribles.

Tampoco está de más recordar las distintas facetas de la creación de Jean Cocteau: novelas, películas, dibujos, lienzos, diseño interior, su pasión por el boxeo y por los viajes, por el ballet, por la música, su relación con la heterodoxia (llámese esta bisexualidad u opiomanía), todos estos ingredientes le han convertido en una de las referencias más inquietantes de la vanguardia histórica parisina. Pero sobre todo la poesía, porque todas y cada una de las disciplinas que, nunca mejor dicho, rozó con sus manos huesudas, con esos dedos largos y finos que le caracterizaron y que movía como un mandarín manchú, las transformó en frágil transparencia poética, cada uno de sus pasos suponía un alumbramiento, cada una de sus empresas hipnotizaban a la platea, un público que le exigió la resurrección década tras década, como el Ave Fénix, hasta su muerte acaecida el 11 de octubre de 1963, que se produjo horas más tarde, y quizá fuera consecuencia, de la desaparición de otra grande, su amiga íntima Edith Piaf, compañera, tardía aunque esencial, de una intensa existencia que llegaba a su fin.

Por ese motivo, y en el cincuenta aniversario de su muerte, supone una obligación, jamás una carga, abordar la proteica personalidad de Jean Cocteau a través de distintos especialistas en su figura y en su obra, y que sea La Casa Encendida quien acoja, durante los próximos días 15 y 16 de octubre, las peripecias del eléctrico diletante que fue capaz de filmar La sangre de un poeta, un filme definitorio de su aventura artística.

Ya lo preconizó el propio Cocteau: “Cuando muera ya no podré callarme nunca”.
Alfredo Taján, coordinador del ciclo.

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