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Nueva entrega de Give me five, esta semana con las recomendaciones culturales del escritor y crítico de arte Javier Montes. Libros, películas, tebeos y cuentos para reponer fuerzas y recargar la imaginación.
Libros, películas, tebeos y cuentos en los que yo querría vivir (y donde de hecho he vivido a ratos durante el confinamiento). Está muy bien estar al tanto de la curva en Suecia y el pico en Brasil, doctorarse en virología pandémica por correspondencia y tomar conciencia del estado planetario de cosas que nos ha llevado hasta aquí (para cambiarlo). Pero tampoco ayuda especialmente a la humanidad pasarse cinco horas en Twitter, reenviar memes cual bot desatado o manifestarse por Instagram. Esto va para largo, la lucha va a ser épica, y aquí van unos cuantos puestos de abastecimiento seguros donde reponer fuerzas y recargar la imaginación (la necesitaremos más que nunca).
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El mundo de Edena, de Moebius. La fabulosa Space Opera y para mí obra magna de Moebius, en la que trabajó veinte años. Es de una belleza y una poesía arrebatadoras, es más actual que nunca al imaginar un mundo post-humano, y si aún quedan convencería hasta al más escéptico de la autonomía artística y creativa del cómic. Moebius expresa aquí cosas que no podrían decirse ni mostrarse de ninguna otra forma.
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Estudando a Bossa, de Tom Zé. Tom Zé es un músico total, un disidente de la disidencia que Caetano o Chico reconocen como el verdadero genio secreto del Tropicalismo. Este disco-novela-río, junto con los dedicados a la samba y al pagode, forma parte de una trilogía-catedral sonora que resume y recrea todo el prodigioso siglo XX de música popular en Brasil.
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Medianoche, de Mitchell Leisen y Billy Wilder / La regla del juego, de Jean Renoir. La primera suele aparecer en la lista de mejores comedias de todos los tiempos y la firman, ahí es nada, Mitchell Leisen y Billy Wilder. La segunda, de Jean Renoir, suele quedar primera en las listas de mejores películas. Punto. Son contemporáneas y he vuelto a ver ambas de forma seguida, por casualidad, durante el confinamiento. Funcionan muy bien como dúo y retrato (uno en comedia de enredo, otro en farsa amarga, ambos ácidos como el sulfuro) de las miserias de la alta burguesía europea a punto de embarcarse en la Segunda Guerra Mundial. Recuerdan que el vodevil es una variante más de la tragedia (o viceversa).
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Las primeras novelas de Alan Hollinghurst. Me gustan muchísimo todas, hasta La línea de la belleza. Anagrama vuelve a publicarlas en Compactos y son extrañas, hermosas, melancólicas, modernísimas, gamberras y a la vez llenas de amor por una tradición cultural británica y europea que se desvanece o muta insospechadamente. En El hechizo hay páginas sobre el house y bailar puesto de éxtasis que no tienen precio.
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Las brujas, de Roald Dahl. En el hotel de Las brujas, convertidos en ratones, muchos queríamos quedarnos a vivir. La leí y releí y trileí a los diez años y nunca en mi vida he vuelto a sentir tanto placer lector. Me conformaría con inspirar en mis libros una milésima parte de la magia cruel y la pura felicidad con que Roald Dahl nos volvió a muchos drogodependientes de los libros para siempre.
Javier Montes acaba de publicar en Anagrama Luz del Fuego, una quest que sigue las huellas de una mujer legendaria, leyenda secreta del Brasil moderno, pionera del feminismo, el nudismo y la ecología, que escandalizó y aterrorizó y fascinó a todo un país hasta que la asesinaron tras el golpe militar que ahora tanto reivindica Bolsonaro.